Asignaturas pendientes

Él tenía un kiosko en frente de la biblioteca de la facultad. Lo que fumo y la ansiedad que me provocaba la asignatura pendiente de segundo, me hacía dar paseos continuos a por chicles y a por tabaco. Negro, cubano, 19 años y solo en la vida, apuntaba maneras. Una tarde después de cerrar, subí 14 plantas en ascensor disfrutando de sus manos en mi cintura y 4h en su cama, verificando el mito de los mulatos, las pollas inmensas y el juego de caderas. Sudaba como un esclavo encima mío y me resbalaba al querer sujetarme a su espalda, mientras brillaba su piel, me corrí mientras me la metía y siguió con la boca sin pararme el orgasmo. Éso en mi tierra se llama arte, y ése año, aprobé dos asignaturas pendientes, la de follarme a un mulato, y la que arrastraba de segundo.